(NOTA PREVIA: Las opiniones
críticas vertidas en este artículo pretenden únicamente hacer reflexionar,
basándonos en experiencias anteriores, sobre la posible deriva de una
organización que para muchos trabajadores ha supuesto un rayo de esperanza ante
la pasividad y derrotismo de los sindicatos amarillos. Lo que pretendemos como
comunistas es realizar un análisis científico, lejos de valoraciones
personalistas. Nuestra intención es absolutamente constructiva y, lejos de
crear polémicas y divisiones, queremos que se establezca una autocrítica para
fortalecer un sindicato, el SAT, a cuyos componentes consideramos compañeros,
no rivales, y mucho menos enemigos).
Hace unos días conocimos la
noticia de una nueva acción del SAT Cuenca Minera contra las políticas llevadas
a cabo por la empresa Río Tinto Fruit
(RTF). Por cuestiones organizativas nos fue imposible la participación en dicha
movilización, por lo que acudimos a la prensa alternativa en la red y a varios
periódicos comarcales para estar informados al respecto. Mayúscula fue nuestra
sorpresa al ver fotos de los principales militantes del SAT Cuenca Minera junto
al alcalde de El Campillo (del Partido Andalucista) y la alcaldesa de Riotinto
(del PP), y no solo como asistentes a la concentración, sino participando
activamente, megáfono (del SAT) en mano. Tras pasar la primera impresión de
incredulidad y estupor, confieso que el que escribe sintió verdadera
indignación. Puede parecer exagerado, pero a uno que ya es “perro viejo” y a
visto y pasado por trances diversos, le hace oler que aquí hay “gato
encerrado”, y preguntarse ¿quien
resulta beneficiado con esto?, y por tanto ¿a quien perjudica? Esperamos responder con claridad a estas
cuestiones.
Pero continuemos con los hechos. En los comentarios
de las páginas mencionadas (de las cuales adjunto enlaces: 1-2-3-4)
se establece una especie de debate (mas bien un cruce de opiniones y
acusaciones) entre supuestos simpatizantes y militantes con posturas
encontradas respecto a esta acción. Sin pretender dar la razón absoluta a
ninguno de ellos, el analizar los comentarios podemos establecer una
sintomatología que, como comunistas y simpatizantes del SAT (cosa que nadie
puede negar, baste con ver entradas anteriores de nuestro blog) resulta, cuanto
menos, preocupante, si damos por supuesto que los que opinan sean
verdaderamente miembros del sindicato y no quintacolumnistas o boicoteadores
(como mencionan algunos de los comentaristas). Si bien es cierto que las
primeras críticas han sido agresivas, las respuestas a éstas no han aportado ni
un ápice de argumentos para anularlas, sino más agresividad, entrando en una
espiral de sinrazón que no conduce a la oportuna reflexión, y si es necesario, retractación
de hechos o palabras. Incluso nos ha parecido que alguien hacía alusión
despectiva a nuestro blog (el sabrá por qué, nosotros no), algo en lo que no
vamos a entrar a comentar en este momento. Nos basaremos principalmente en los Estatutos y acciones del
SAT para tratar de rebatir opiniones que nos parecen impropias de verdaderos
militantes. Y quede claro que nos referimos a OPINIONES, en ningún momento es
un ataque personal a ningún compañero/a.
Haciendo alusión al título del
artículo, vamos a delimitar brevemente el concepto de ESTRATEGIA y su diferencia
con el de TÁCTICA
(para el que quiera indagar con mayor profundidad en el tema, recomendamos el
texto de la socióloga marxista chilena Marta Harnecker). Podemos
definir la estrategia como el conjunto organizado de decisiones y acciones para
lograr un fin u objetivo, mientras que la táctica se refiere
a la consecución de una acción
concreta para llevar a cabo la estrategia. Tanto la estrategia general como su
concreción en tácticas son imprescindibles en cualquier tipo de organización. El
Art. 8º de los Estatutos del SAT dice que uno de sus fines es “La construcción desde el mundo sindical de
un modelo de sociedad alternativo al
capitalismo, sin explotadores ni explotados”. En su Art. 9º,
referente a las características del sindicato, podemos leer cómo se define
expresamente como “anticapitalista”.
Por tanto, se comprende que el acabar con el capitalismo (para poder construir
un nuevo sistema económico-social) es uno de los fines a los que se orienta la
estrategia y tácticas del SAT.
Ratificamos esta idea en el siguiente enlace relativo a la presentación de la juventud del SAT en Málaga. La pregunta que nos hacemos es: ¿la última acción del SAT
Cuenca Minera tiene esa orientación? Lo que está claro es que, por poner un
ejemplo, las expropiaciones de tierras y alimentos que realiza el sindicato a
nivel nacional son tácticas perfectamente compatibles con la estrategia
anticapitalista. Ambas atentan directamente contra el principio más sagrado
del sistema: la propiedad privada de los capitalistas, conseguida a través de
la usurpación de la plusvalía de los trabajadores. En el caso de la ocupación
de fincas para trabajarlas se da además la apropiación de un medio de
producción (la tierra), y no solo del producto que da (como en el caso de los
alimentos de los supermercados).
Pasemos ahora al caso de
la Cuenca Minera. En el siguiente articulo
la unión comarcal del SAT critica, y con toda razón, la política de
contrataciones de la empresa Río Tinto
Fruit de inmigrantes rumanos
indocumentados en situación de precariedad y explotación a través de empresas
de trabajo temporal. Arremeten asimismo contra CCOO y UGT por exculpar a la
empresa y desmovilizar a los parados, y contra la Junta de Andalucía (desde
hace décadas en manos del PSOE) por las ayudas y subvenciones otorgadas a RTF.
Entre las propuestas del SAT están el cumplimiento de convenios, el número de
peonadas para acceder al subsidio agrario para todos los jornaleros, el fin de
las contrataciones a través de ETTs y prioridad de los habitantes de la
comarca. Como vemos, reivindicaciones justas (aunque con matices que luego
veremos), a la vez que perfectamente asumibles por cualquier trabajador.
Entonces, ¿que diferencia a las acciones del SAT respecto a las de otras
organizaciones? Deberíamos suponer que se trata de la estrategia
(anticapitalista) para la cual se desarrollan. Pero en este caso no parece que
esto sea así. Y no porque ya en sí misma la acción de manifestarse sea una
táctica común a cualquier organización (capitalista o no), a diferencias de las
expropiaciones u ocupaciones de tierras, ni siquiera porque los motivos y
reivindicaciones puedan ser compartidos por gran multitud de personas de todo
signo, sino, y esto es lo más relevante, porque el posicionamiento
estratégico de esta acción no queda en absoluto claro. Dicho de otra forma,
si una acción no es ni en su forma ni en su contenido anticapitalista, ¿que
diferencia hay con una acción capitalista? Quizá quede más claro
ejemplarizándolo con hechos concretos. Conocidos es por todos las campañas de
grupos fascistas y populistas de distinto pelaje en contra de trabajadores
inmigrantes.
La primera impresión que puede dar a la gran mayoría de burgueses y a
muchos trabajadores sin conciencia de clase es que puede resultar justo que un
“español” (o catalán, o andaluz, o noruego... o nervense, riotinteño, zalameño,
etc.) tenga prioridad per se sobre un
extranjero o forastero para acceder a un empleo. Ocurre que los intereses
“nacionales” (o comarcales o locales) se anteponen a los intereses de los
trabajadores de una nación, comarca o población. Hay una gran diferencia
entre ambas cosas. Los intereses “nacionales” son intereses interclasistas, que
favorecen a las clases dominantes (capitalistas, poseedores de los medios de
producción) ya que pretenden hacer creer que los intereses del conjunto de la
“nación” son comunes a trabajadores y burgueses, a explotados y explotadores,
enfrentando a los proletarios entre sí por diferencias étnicas o culturales, o
lo que es más lamentable, por el derecho a ser explotados en un empleo
alienante por un mísero salario, y negando de paso la lucha de clases. Desde
una perspectiva revolucionaria y anticapitalista, los intereses contrapuestos
son los de los capitalistas frente a los de los trabajadores de un territorio
(país, región o como quiera llamársele), ya sean nativos o no. Ese en un
principio estratégico que debe orientar las acciones de cualquier organización
verdaderamente anticapitalista, y que marca la diferencia con la demagogia
nacional-fascista.
Creemos que es necesario en este punto hacer un inciso para aclarar de un
modo esquemático y general las relaciones en las que se enmarcan estos
movimientos, para estar prevenidos y no dar pie a su discurso racista e incluso
infiltraciones
en sindicatos obreros. El empresario, por pura lógica de acumulación de
capital, busca maximizar sus beneficios a costa de, o bien expandir los
mercados (algo no siempre posible) o bien reducir costes, entre estos los de
mano de obra. El trabajador, al no disponer más que de su cuerpo y su mente
para ganarse la vida (ya que no dispone de capitales, terrenos, fábricas,
etc.), se emplea al capitalista por un salario. Si las ganancias que genera el
trabajador fuesen íntegramente a sus manos, no sería beneficioso para el
empresario. Por ello, lo que éste hace es pagar al asalariado solamente una
parte de la riqueza que genera; el resto queda en su bolsillo (aclaramos que a
esto los capitalistas no le llaman robo). En su afán por obtener cada vez más
ganancias, los empresarios hacen que el trabajador se emplee cada vez más horas
y por menos dinero. A su vez, les interesa que la mano de obra sea abundante
para que los trabajadores compitan entre ellos por los puestos que se ofrecen.
De este modo rompen la unidad de los trabajadores en pos de la defensa de sus intereses comunes, a la vez
que amenazan con contratar a otros a más bajo precio.
Como vemos, para los capitalistas
el trabajador no es más que una pieza desechable, incluso para algunos
empresarios “humanistas”, ya que por poco que les guste despedir o
sobreexplotar a sus empleados, la propia dinámica de la competencia capitalista
les empuja a ello irremediablemente. Sin embargo, llegado un punto, el
empresario corre el riesgo de que el trabajador tome conciencia de su situación
de explotación y se rebele. Es ahí donde entran en juego las hordas fascistas,
muchas de ellas con discursos supuestamente “revolucionarios” y “obreros” para
engañar y manipular a los trabajadores menos concienciados. Esa es una de las
tácticas que emplean (a la par que amenazas, palizas y asesinatos) para
conseguir sus fines estratégicos. Y estos si que saben bien enmarcar sus acciones
en la estrategia. Por una parte, al empresario le interesa que haya mano de
obra barata y alienada, pero por otra también le interesa que esté callada y
sumisa. Es para ello que se vale de los fascistas y del cuento que “los de
fuera nos roban el trabajo”. Los únicos que “roban” el trabajo (mejor dicho,
los beneficios de ese trabajo) son los capitalistas, que también son los únicos
que ofrecen trabajo, y por lo tanto, a la hora de contratar, prefieren personas
inmigrantes por su menor coste y mayor docilidad (incrementada por las
diferencias culturales y el sentimiento de miedo y rechazo fomentado entre la
población autóctona). En definitiva, los trabajadores inmigrantes (que siempre
hemos dicho que hay que diferenciar del lumpen
o delincuencia), son el elemento más débil y explotado por las mafias
capitalistas, y además sirven de chivo expiatorio de las frustraciones de la
peor calaña de personas, los fascistas y traidores de clase. La única opción es
abrir espacios que les permitan incorporarse a las organizaciones obreras. Ver
la realidad sin tener en cuenta estos elementos e integrarlos es una estrategia
anticapitalista lleva a situaciones vergonzosas como las que a continuación
veremos.
Los grupos fascistas y populistas no tienen escrúpulos en engañar, confundir y manipular a los trabajadores menos conscientes. Algunas de las tácticas que emplean son criminalizar, desacreditar o tomar como propias reivindicaciones obreras para enfocarlas a sus intereses y los de sus amos capitalistas. También como hemos mencionado antes, el intrusismo en sindicatos de clase. Esto sucede por la falta de formación ideológica de los cuadros medios de las organizaciones obreras. Cualquiera es bien recibido sin observar su posicionamiento ideológico debido a la falta de mecanismos internos de control para asegurar que no haya desvíos respecto a los fines establecidos en los Estatutos. Contra esto, la mejor táctica (además de la formación y control) es enmarcar las acciones reivindicativas en un marco estratégico anticapitalista y revolucionario. Veamos algunos ejemplos. Pongamos una manifestación o concentración, ¿como la ubicamos dentro de una estrategia anticapitalista? Por ejemplo, empleando lemas que no dejen lugar a dudas sobre el carácter de esta, no dando cabida por tanto a interpretaciones reaccionarias. Es el caso de esta manifestación cuya pancarta reza “Estado español, cárcel de pueblos”. No deja lugar a interpretaciones ni da cobijo a elementos oportunistas ni fascistas.
Para mayor seguridad, los
organizadores pueden enmarcar las acciones describiendo el marco estratégico en
la que se halla con palabras sencillas para que sean comprensibles por los
manifestantes o repartiendo octavillas, y emitiendo comunicados en los que se
recalque el carácter anticapitalista de las mismas. De modo contrario pueden
ocurrir sucesos tan lamentables como los ocurridos en Huelva en manifestaciones
de estudiantes
y trabajadores
en las que grupos nazis aprovechan las convocatorias para lucir sus símbolos,
ridiculizando y desacreditando a las organizaciones convocantes e incluso
provocando enfrentamientos
(como en Sevilla).
Creemos que dicho esto, es el
momento de recapitular lo visto hasta ahora
y aplicarlo al caso concreto de la Cuenca Minera. A la empresa RTF,
inmersa en la vorágine capitalista de maximización de beneficios, le interesa
contratar mano de obra barata y sumisa. Para ello se vale de las mafias de las
ETTs con la complacencia de los sindicatos amarillos CCOO y UGT, probablemente
a cambio de diversas prebendas. Y todo ello bajo el amparo y tutela de las
administraciones (especialmente la Junta, de la que recibe jugosas
subvenciones). Creemos que hasta aquí coincidimos con la visión del SAT Cuenca
Minera. Entonces, ¿por qué decimos que no queda claro el posicionamiento
estratégico de la última acción (táctica) realizada (e incluso de otras
anteriores)? Al tratar de responder esta cuestión también podremos dilucidar la
pregunta que nos hacíamos al principio: ¿el fallo es estratégico, o únicamente
táctico?
Hemos visto que el plan general del SAT, y que lo
diferencia de otros sindicatos, es la orientación estratégica anticapitalista
de sus tácticas o acciones. Todas ellas deberían ir encaminadas a la
consecución de ese fin último. Esto no quiere decir, ni mucho menos, que no
haya que luchar por mejoras parciales en las condiciones de vida de los
trabajadores (para ello se crea un sindicato), pero enmarcando esas
reivindicaciones en un marco más amplio y a más largo plazo (el plan
estratégico). Es la manera más eficiente de evitar males que asolan a otras
organizaciones obreras, y que ya hemos mencionado: intrusismos, infiltraciones,
falta de seriedad, desconfianza de los trabajadores, etc. Difícilmente va un
fascista a participar en la ocupación de una finca, por ejemplo, o en una
manifestación contraria al Estado. Pero hemos visto que no dudan en colarse en
convocatorias con lemas ambiguos como “por la educación pública” o “el empleo”.
En el caso de la Cuenca Minera, no tenemos constancia de que existan
organizaciones de corte fascistoide, aunque sí elementos inconexos y marginales.
No obstante, hay que alertar que las condiciones sociales de la comarca son un
caldo de cultivo para la delincuencia y el fascismo.
Pero entonces ¿quien cumple mientras tanto esa
labor de manipular y dividir a los trabajadores? No hace falta buscar mucho
para darse cuenta que, mientras puedan, son los políticos autodenominados
“demócratas” los que se encargan de la represión institucional y de fomentar el
nacionalismo interclasista contra las organizaciones obreras que osen amenazar
los intereses de los empresarios. Casos paradigmáticos son los del señor
alcalde pseudoandalucista de El Campillo (que obtiene cuantiosos ingresos por su labor represora) o la alcaldesa de Riotinto (esta más sutilmente a través de la propaganda españolista). Lo que tienen en común es la defensa y promoción a ultranza
del actual modelo capitalista de explotación. Esa es su finalidad estratégica, a las que van
encaminadas todas las tácticas que emplean. Entonces, puede resultar contradictorio
que aparezcan en concentraciones junto a organizaciones cuyos intereses son
antagónicos, como el SAT, el sindicato más represaliado de Europa. ¿Que es lo
que ocurre para que coincidan en una misma reivindicación explotadores y explotados?
La respuesta es que estos “representantes de los ciudadanos” (así a secas, sin
distinciones de clases) utilizan las mismas tácticas que los fascistas, pero
amparados en la legalidad, ya que su finalidad es la misma: salvaguardar los
intereses los capitalistas. Eso es lo que los une. Paralelamente, usan demagógicamente sus supuestas
diferencias con partidos rivales para consolidarse políticamente. En el caso
del PP (al igual que lleva años haciendo el PSOE desde la Junta), es culpar a la Junta de todos los males de la comarca. No es de sorprender entonces
verlos en manifestaciones como las del SAT ante la empresa RTF. Por una parte
buscan conseguir votos y por otra atacar la gestión de los partidos rivales
(aunque con iguales intereses). Además, dicho sea de paso, ofrecer una imagen
contradictoria e incoherente de una organización sindicalista de clase,
desacreditándolos ante el pueblo. El que escribe recuerda como, hace ya una
década, en una manifestación del SOC frente a la sede del PP en Sevilla, pude
ver la ira y el odio de los manifestantes (la mayoría jornaleros) contra sus
enemigos de clase y represores, traducidos en decenas de cristales rotos por
piedras y palos. Estos trabajadores y trabajadoras sí tenían claro quienes eran
los opresores y los esbirros que los defienden tanto en la calle como en las
instituciones. Ellos, como otros muchos que han vivido la represión en sus
propias carnes, saben las tácticas que emplea el PP-PSOE para criminalizarlos, desgastarlos
y anularlos. No nos
cabe duda, y creemos que está suficientemente argumentado, que el que este tipo
de personas participe en actos del SAT es totalmente contraproducente para su
estrategia anticapitalista. Si se trata de un hecho aislado o recurrente, es
algo que trataremos de dilucidar.
Si la lucha del SAT es únicamente “crear empleo”,
en ese caso tienen cabida desde Sortu a la Falange, pasando por todas las
instituciones, sindicatos, iglesias, etc., ya que sin empleo no hay sociedad
que perviva. No nos sorprendamos entonces ver aparecer en una manifestación por
“el empleo” a fascistas portando banderas españolas, como se ha dado en casos
ya vistos ¿Que harían entonces los organizadores? ¿Expulsarlos, salir huyendo,
enfrentarse a ellos o hacerse una foto todos juntos para el Facebook? Si la
reivindicación es que en las contrataciones la prioridad sea para los
habitantes de la comarca, ¿no suena al lema racista de “los españoles primero”?
Si el objetivo es “la apertura de la mina”, ¿en que se diferencia de las propuestas del PP-PSOE? Estas
respuestas ya han sido contestadas a lo largo del artículo. En que deben estar
insertas en un marco estratégico contrario al capitalismo: luchar no solo por
“el empleo” (que supone explotación de la mano de obra por parte del
empresario), sino por un empleo gestionado por los propios obreros y cuyo
beneficio redunde en la comunidad (esto es lo que hace el SAT al expropiar
fincas); no solo por las contrataciones prioritarias para los habitantes de la
comarca, sino para aquellos más necesitados de la comarca (ya sean
autóctonos o inmigrantes), denunciando a la vez la xenofobia y las pésimas condiciones
laborales de los temporeros foráneos y a quienes benefician (ETTs, mafias,
empresa); no solo por la “apertura de la mina”, sino porque se dé en condiciones
que garanticen el mantenimiento y la participación de los trabajadores. Las
reformas deben ser eslabones para el fortalecimiento de las organizaciones que
luchan por un sistema diferente.
Lo que aún no termina de quedar
claro es si la última acción del SAT es un fallo táctico o estratégico. Creemos
sin duda que se trata de un planteamiento equivocado de una acción concreta
(táctica): informar o permitir la participación de cargos políticos (en su
condición de tales, no como personas individuales), debido a factores ya
mencionados (ambigüedad de lemas y reivindicaciones, etc.). Si este es el caso
la solución es aprender del error y no volver a cometerlo. Recalcamos que no se
trata de promover enfrentamientos personales ni sectarismos, pero una
organización anticapitalista debe tener claro que el Estado y sus lacayos
(políticos, policías, etc.) buscan la asimilación y/o destrucción de los
movimientos obreros. Por tanto, se debe tener mucho cuidado y ser consciente
que no todos podemos “remar en la misma dirección” como dice la Sra. Alcaldesa
de Riotinto, ya que nuestros rumbos van en direcciones opuestas.
El capitalismo de PP-PSOE-PA y
gran parte de IU es incompatible con el anticapitalismo del SAT. Y esto es así
por definición. Si hay que reunirse con el enemigo hay que hacerlo para
negociar condiciones ventajosas para los trabajadores, no para aliarse con el,
y mucho menos si su afán es el de enredar al sindicato en una lucha
propagandística con otros partidos (como ha sido el caso del PP con la
Junta-PSOE). Lo realmente grave sería que no solo se tratara solo de un error
táctico, sino de una deriva estratégica. Esto supondría que lo que pretende el
sindicato no es “La construcción desde el mundo sindical de
un modelo de sociedad alternativo al
capitalismo, sin explotadores ni explotados” (Art. 8 de los
Esatatutos del SAT), sino algunas reformas sin relación con la estrategia
general. Si fuera así, se estarían incumpliendo los propios Estatutos del
sindicato. ¿Es eso realmente lo que está ocurriendo? ¿Como puede evitarse? A la
primera pregunta creemos que es pronto para contestar, debe ser el SAT Cuenca
Minera el que reflexione al respecto. No obstante, creemos haber visto indicios
en comentarios en internet de supuestos “militantes” que distan mucho de ser
acordes con los Estatutos. Aunque no damos excesiva credibilidad a esos
comentarios, no está mal recordar la frase de Lenin “El Partido se fortalece depurándose
de los elementos oportunistas”. El SAT, como cualquier otra
organización, dispone de mecanismos para ello: “Son deberes de los miembros del SAT (...) Cumplir estos Estatutos y las
líneas generales marcadas por el SAT (Art.10.3)”, y “Las medidas disciplinarias podrán consistir en amonestación interna
y/o pública, suspensión temporal de afiliación al sindicato, expulsión como
medida excepcional (Art.10.4)”.
Para dar respuesta a la segunda
de las cuestiones planteadas, resumiremos en algunos puntos básicos las
directrices planteadas a lo largo del artículo, válidas no solo para el caso
que nos ocupa, sino para cualquier organización de tipo político, sindical,
etc.:
1- Tener muy clara la estrategia
(a largo plazo) en las que se deben enmarcar cada una de las acciones
específicas (tácticas) para lograr objetivos a corto plazo.
2- La planificación de acciones
no debe ser incompatible con la estrategia general. No podemos pretender
construir un sistema sin explotados fomentando la creación de empresas capitalistas
y explotadoras. Es contradictorio.
3- Cuidar las alianzas que se
establecen con cargos políticos y de otro tipo. Tácticamente puede ser provechoso
en ciertas ocasiones, pero en la mayoría de los casos lo que el estado busca es
debilitar y destruir el movimiento obrero organizado.
4- La formación de la militancia
es crucial. No se trata de “hacer exámenes” pero sí de establecer mecanismos de
control para evitar infiltraciones e intrusiones de elementos nocivos para la
organización (racistas, fascistas, capitalistas, reformistas).
5- La pluralidad ideológica debe
ser respetada, siempre que sea coherente con la de la organización. Por
ejemplo, si el SAT se define como ANTICAPITALISTA y NACIONALISTA ANDALUZ DE
IZQUIERDAS (Art. 9º de los Estatutos), es totalmente incoherente que entren
capitalistas y nacionalistas españoles.
6- Informar a todos los
militantes y simpatizantes, y a la población en general, de las características
ideológicas de la organización. Si alguien no comulga con ellas, tiene otras
opciones fuera del sindicato.
7- Los lemas y vocabulario
empleados no deben ser ambiguos, sino claramente anticapitalistas, aunque hagan
referencia a reivindicaciones parciales y asumibles por la mayoría del pueblo
trabajador. Por ejemplo, conceptos como “ciudadanía” o “democracia” son
confusos y fomentados conscientemente desde el poder por su contenido
interclasista (al igual que el de “nación”). Deberían ser sustituidos por
“clase trabajadora/capitalista” y “democracia obrera/dictadura burguesa”, con
un contenido claro de lucha de clases.
Por supuesto, hay muchos más elementos a
tener en cuenta, pero consideramos que exceden el ámbito de este artículo. No
obstante, esperamos seguir profundizando en estos aspectos en próximas entradas.